El profeta Ezequiel entendía la sensación de falta de
hogar, de no pertenecer, de estar lejos de donde quería estar. Él había sido sacerdote
en el templo de Jerusalén y los babilonios habían venido, habían destruido el
templo, la casa de dios, y el palacio, la casa del rey, habían destruido toda
la cuidad y exiliado a todo la gente, incluso Ezequiel. Los babilonios habían
llevado a los exiliados a Babilonia.
Creo que entendemos la experiencia de Ezequiel. Como
la entendemos depende de que pase y que pasare en nuestras vida. Estoy seguro
de que hay personas aquí que, como Ezequiel, sientan tan lejos de su hogar y
que lo extrañan mucho. No dudo que hay otras personas que tienen miedo que
experimentarán lo que experimentó Ezequiel, exilio de su hogar. Pero a pesar de
si el lugar donde vivimos siente como hogar o no, todos entienden esta
experiencia de no pertenecer. Todos entendemos la sensación que este mundo no
es como debe de ser, no puede ser nuestro hogar verdadero. Ezequiel vivió debajo
de la tiranía de Babilonia que lo dominó, que impidió que él fuera todo lo que
dios le llamaba para ser, un poder que construyó jardines lujosos y no lo dejó
entrar. Hermanos y hermanas, si entendemos como es vivir así, porque nosotros
también viven debajo de una tiranía, no la de Babilonia, sino la de Satanás, la
del pecado y la de la muerte. Esta tiranía nos domina, impide que seamos todo lo
que dios nos llama para ser, y no nos deja entrar en el jardín lujoso. Y
sentimos lejos de nuestro hogar, en nuestras almas, porque estamos lejos de
edén.
Pero a Ezequiel no le perdió la esperanza, y nosotros también
pueden mantener esa misma esperanza. En la primera lectura de hoy, Ezequiel
proclama una palabra de dios, una promesa de un hogar. Dios habla de un gran
cedro, un gran árbol, un árbol muy fuerte, muy impresionante. En verdad, para
mí, un cedro es algo que me da un poco miedo, a causa de mi alergia. Y este
cedro es una imagen que dios usa para describir Babilonia. ¿Y qué le hace dios
a este árbol? Lo corta. Lo agrede. Porque dios no deja que las tiranías siguen
dominando. No por siempre.
Pero la historia no termina con el ataque, con cortar.
No, dios toma la copa de este cedro y la planta, la planta en Israel, en el
hogar que Ezequiel extraña tanto. Y pues ocurre un milagro. El retoño crece. Tal
vez este no es nada milgroso; muchas veces crecen los retoños. Pero pues este
cedro da fruto. Los cedros no dan fruto. No es algo que ocurre, nunca. Pero
este cedro, el cedro que dios hace crecer en Israel, si da fruto. Este árbol da
fruto para que todos puedan comerse. Y oímos que toda clase de pájaros vienen y
descansan al abrigo de sus ramas. Es un hogar, un hogar para todos. Un hogar
donde todos pertenecen, donde nadie necesita tener miedo. Es edén, es paraíso. Es
el sueño de dios, es lo que dios está haciendo: agredir a cada tiranía, cortar
un retoño para hacer un hogar para todos, para llevarnos allá. Ezequiel tenía
esperanza que dios estaba actuando para tomarlo de su exilio en Babilonia, y
nosotros también podemos tener esperanza que dios está actuando hoy día para
hacer lo mismo.
Es una esperanza que tenía también Jesucristo. Su
esperanza es la misma como Ezequiel: un hogar para todos, donde todos son
bienvenidos, donde todos los pájaros pueden anidar a su sombra. Él habla también
de una planta que dios hace crecer para crear un hogar. Pero Jesucristo no
habla de un cedro, sino de un arbusto. Un arbusto de mostaza es más grande que
la mayoría de arbustos. Pero, sin embargo, es arbusto. No es impresionante como
un gran árbol, como un cedro. Y de hecho, Jesús dice que lo que vemos ahorita
no es hasta un arbusto, sino una semilla, una semilla que es la más pequeña de
las semillas.
Ezequiel nos llama la atención a la tiranía, a todo
que es mal en nuestro mundo, y proclama que dios va a convertirla en paraíso.
Nos dice: “mira que mal sea… Será mejor; La bondad será más grande que el mal
actual.” Jesucristo nos dice otra cosa. Él nos dice: “busca la semilla. Sí, es
chiquita, pero existe. El reino de dios está aquí. Y tal vez parece que la
tiranía es más grande, tal vez la semilla del reino es difícil para ver, pero
está aquí, búscala.” En nuestro mundo, podemos buscar el reino de dios.
Ahorita, no es nada grande, no es obvia, pero existe en las cosas chiquitas, en
las personas humildes, que el mundo ignora. En una persona que ofrece
hospitalidad, en una sonrisa de un niño o niña, en los actos pequeño del amor, si
podemos ver la semilla que es el reino de dios. Busquémosla.
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