María viene a Isabel para ayudarla. Su pariente Isabel está embarazada y
María viene para ayudar. Tal vez María, que acaba de quedar embarazada, también
quiere aprender algo sobre el embarazo y el nacimiento. Ambas pueden ayudarse
mutuamente. Y si este fuera todo que ocurrió en esta historia, aun sería
maravilloso, hermoso, valdría la pena escucharla hoy en la misa. Pero, hay más.
Hay más. Este ocurre inmediatamente después de la Anunciación,
después de que el ángel Gabriel le dijo a María quién es este hijo suyo y que
ella aceptó esta gran misión con las palabras: “Yo soy la esclava del Señor.”
No la esclava de Isabel, sino del Señor. Pero María entiende que servir al Señor
significa servir a nuestro vecino, a veces significa viajar una larga distancia
para servir a nuestro vecino. El compromiso de María para servir al Señor no es
de dar a luz a Jesús y no más, pero es compromiso a una vida de servir a los
demás, una vida de hacer cosas concretas para ayudar a gente. Cuando María se
llama esclava del Señor, usa el mismo término como Moisés y muchos profetas, o
usa la forma femenina. Y la cosa la más profunda la más profética que hace
María es dar a la luz a Jesús, dar carne al Verbo de Dios. Pero, ayudar a
Isabel, este es el obra de un profeta también. Profecía no es palabras y no
más, pero incluye cosas básicas, sencillas que ayudan a los demás.
Hay más. María viene hacía Isabel para ayudarla a
ella, pero Isabel y su hijo Juan Baptista ambos encuentran en su visita una
oportunidad para adorar. Juan salta de gozo, que es una forma maravillosa de
alabanza. Los niños saben alabar. No sabrán muchas palabras, no habrán
memorizado muchas oraciones, pero saltar de gozo es una forma de alabanza. La
alabanza de Isabel usa más palabras, ella entienda más. Dice que María es
bendita. La palabra “bendita” está formada de dos palabras: bien + decir. Es lo
mismo en griego. Decir que alguien es bendit@ significa que alguien ha dicho
bien de esta persona, que dios dijo bien, que dios la ha bendecido. En el
servicio de María, Isabel puede ver la acción de dios, puede ver lo que dios
hizo para ella, y alaba.
María sigue haciendo eso. María sigue ayudando a los
demás e invitándolos a adorar. Podemos verlo, por ejemplo, cuando apareció a
Tepeyac. Sabemos bien, por supuesto, que pidió que se construyera un templo, un
lugar donde la gente pudiera adorar, y su santuario hoy es uno de los destinos
de peregrinación los más populares en todo el mundo. Pero María también dio
ayuda concreta, sanó al tío de Juan Diego cuando tenía una enfermedad que lo
habría matado.
María da ayuda práctica y María llama a adorar porque
en Cristo, dios hace ambos para nosotros. En Cristo, dios llega a nosotros y
nos llama a adorar. Y el fervor de dios para hacerlo hace eco por las acciones
de los santos
Eso nos llama a parar y reconocer a las personas cuya
ayuda hemos recibido. Nos llama para ver, como Isabel, que su ayuda nos muestra
la acción de dios en sus vidas. Y, entonces, nos llama a adorar y a alabar.
Entonces, nos llama para hacer lo mismo. Porque dios nos llama a todos para ser
santos, para servirlo y eso significa servirnos uno al otro. Servir significa acción
que es concreta y práctica, y acción que invita a la genta para adorar.
Hay una organización en Massachusetts que se llama “My
Brother’s Keeper” (o guardián de mi
hermano). Su oficina central está en Stonehill College, una de las
universidades de la Congregación de Santa Cruz. Se repartes muebles y comida a
familias necesitadas que están cerca de Stonehill. Cuando reparten muebles también
le ofrece a la familia un crucifijo y dicen, “nosotros somos los repartidores, no más;
este es lo que les dio a ustedes los muebles.”
Vengamos, adorémoslo.
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