Supimos en las lecturas de una familia
perfecta. Pero esta familia perfecta no es la que la fiesta de hoy celebra; no
es la familia de Jesús, María y José, sino la familia de Dios, la familia que
es Dios. Cuando digo que dios es familia, no quiero decir que a dios le gustan
familias, o que dios está circa de nosotros como pariente. No, quiero decir lo
que digo, que dios, padre, hijo y espíritu santo es una familia. El parentesco,
la relación entre dios padre y Jesús el hijo es el amor perfecto el amor
original del que todo el amor previene. Es un amor entre padre e hijo que es la
razón por la que Jesús hizo todo lo que hizo. Es por eso que él tenía que ocuparse
en las cosas de su padre. Es por eso que Jesús rezaba tanto. Es el amor que
fortaleció a Jesús tanto que podía ofrecer todo para nosotros. Es el amor que
dirigió a Jesús hacia dios después de la resurrección, para seguir mostrándonos
que es el amor, y que lo causó para enviarnos el espíritu para que vivamos en
este amor.
Este es la familia perfecta. Podemos decir en serio
que Jesús, María y José eran la sagrada familia, no perfecta, porque la
santidad no tiene mucho que ver con la perfección. Dos miembros de la sagrada
familia eran libres de pecado, sin embargo dejan a su hijo de doce años en
Jerusalén al caminar por un día. Y cuando lo recuperan, no
entienden lo que les dice. Es un alivio para nosotros yo creo, que la santidad
no es entender todo, no es nunca equivocarse. No, la santidad tiene más que ver con buscar a los perdidos y conservar todo en el
corazón.
Pero, si queremos un amor perfecto constante
confiable, lo tenemos, podemos verlo en el amor entre dios padre y Jesús el
hijo, el amor que Jesús vino para mostrarnos. Para mostrarnos y para
conducirnos para vivir en este amor. La epístola de Juan lo dice con poder:
ahora somos hijos de dios. Lo que tenía Jesús por naturaleza recibimos nosotros
por el bautismo. Un santo, el venerable Bede, dijo que dios nos otorga su amor
para que lo conozcamos y podamos amarlo, no como siervos modestos pero como
hijos e hijas aman a su padre. Juan nos dice que nuestra adopción por dios nos
convierte poco a poco para ser semejantes a dios, para amar como él. Estamos en
camino, no hemos llegado a este poder de amor, pero al caminar tenemos un verdadero
anticipo de este amor perfecto.
Podemos dar y recibir algo que es una verdadera imagen
del amor de dios. Un anticipo, que hace más palpable lo que sabemos que dios
nos ofrece. Las familias pueden ser un verdadero lugar de encontrar este amor,
la sagrada familia y cada familia nuestra. El amor entre padres e hijos, entre
esposos, entre hermanos y hermanos y amigos y amigas nos prepara para el amor
que es dios. Pero, no hemos llegado. Juan dijo: no se ha manifestado cómo
seremos al fin. Y por eso la vida familiar es difícil. Rogamos por todas las
familias humanas, rogamos por nuestras, pero sabemos que ninguna familia
muestra la plenitud del amor de dios, y que todos pueden encontrar el amor
perfecto en la familia de dios.
Una vez, bauticé a tres niños al mismo tiempo: de 2, 4
y 7 años. Los menores no se acordaban de su padre, pero Julian sí se acordaba.
No sabía el término orden de alejamiento, pero sabía que la vida era mucho más segura sin su padre en la
casa. Para preparar para el bautismo, pasamos tiempo jugando con las cosas que
usamos en el rito, explicando poco a poco que pasa en el bautismo. Algunas
partes no entendía bien, pero el hecho que el bautismo es adopción por dios
padre, es tener padre perfecto, esto entendía muy bien Julian. Cuando vi su
sonrisa al ponerlo el agua bendita, supe que él entendía la adopción por dios
padre mejor que yo; él la entendía en su sonrisa, en su corazón. Ruego que cada
niño, cada persona, encuentre este amor en su padre y su madre. Este es como
nosotros humanos somos formados para aprender el amor. Pero tenga que tenga
para padres humanos, tenemos padre perfecto en el cielo, y Jesús traigo este
amor a la tierra para que todos vivamos así.
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