Sunday, December 20, 2020

Dios crea un hogar con la gente común – 2 Sam 7:1-16, Lc 1:26-38

 4o Domingo de Adviento, Año B; San Adalberto y San Casimiro.

Video (homilía a 44:30).

Dios le da a David el descanso. Dios le da a David el pastor un palacio, le da el reinado, mucha riqueza, pero, tal vez lo más importante es que dios le da a David el descanso. Digo que el descanso es lo más importante porque la mayoría de nosotros no queremos ni palacio ni reinado. Pero creo que hay muchos que estamos cansados y cansadas, cuyas vidas parecen estar llenas de luchas, contra el virus, y contra muchísimas más cosas. Dios le concede a David descansar y un día vendrá cuando dios nos ofrezca lo mismo.

Y la reacción de David a todos los dones de dios es una buena reacción. Para darle gracias a dios, David se propone construir un gran templo para dios. No es la idea de dios, sino de David. Y dios lo acepta al final. Dios disfruta de nuestros intentos para darle honor. Pero dios no permite que David construya el templo; permite que el hijo de David, Solomon, lo construya, después de la muerte de David. Porque dios quiere enseñarle algo a David. Dios quiere que David sepa que ningún ser humano puede competir contra dios. Nadie puede darle a dios un don que es tan grande como los dones que dios nos da a nosotros.

 

Dios le enseña a David, “OK, bueno, puedes construir una casa para mí, o al menos, puede tu hijo. Gracias. Pero yo haré algo más grande para ti. La casa que yo construiré para ti no será nada ni de madera, ni de piedra, sino de descendencia.” El reinado de David será eterno, aunque David se muera, porque un hijo de David siempre reinará. Es una forma de inmortalidad para David: sí, se morirá, pero su reinado no tendrá fin. Dios promete mostrar su amor incondicional a su pueblo por darles un rey que es hijo de David, descendiente de David.

 

Y, por eso, era tan difícil para el pueblo cuando unos hijos de David eran malos reyes. Y, por eso, era más que difícil, era catastrófico cuando desaparecieron. En la época de María, muchos siglos después del tiempo de David, los judíos estaban acostumbrados a reyes instalados por imperios extranjeros. En aquel tiempo, los romanos habían escogido al rey Herodes. Podía parecer que la promesa de dios había fracasado.

 

Pero las buenas noticias de dios vienen de repente como una bomba. ¿Y quién puede aceptar estas buenas noticias? En primer lugar, un ángel viene a Zacarías, un sacerdote, en el templo, para decirle que Isabel su esposa vieja va a darle un bebe a la luz. Y el no cree. No puede creerlo. Pero, en segundo lugar, viene el ángel a María, una jovencita que vive en una aldea, muy lejos de la ciudad santa, muy lejos del templo. Y ella… ella sí cree algo más fantástico. Sin palacio, sin templo, puede creer en la promesa de dios.

 


Ella entiende a dios más profundamente que el rey David o el profeta Natán o el sacerdote Zacarías. Ella entiende que la manifestación de dios más profunda no es un gran templo, no es un palacio, no es una sucesión de reyes. Todas estas cosas pueden ser buenas cosas, pero la revelación la más profunda de dios será un bebé. El hogar lo más adecuado para dios es ni templo ni palacio; el hogar lo más adecuado para dios es ella. Es una jovencita, pobre, sencilla, y llena de fe, un ser humano, creada a la imagen de dios. Dios hace un hogar en ella no por su poder, sino por su fragilidad.

 

David acepta los dones de dios, pero necesita mostrarle a dios su poder, su poder para construir un gran templo. Zacarías no puede aceptar las buenas noticias de dios, porque no puede creer que dios haría algo tan milagroso para él. Pero María sí acepta, sí cree, y le dice a dios, “Yo soy la esclava de dios.” A diferencia de David, no le ofrece a dios lo que quiere ella, sino quiera que quiera dios. No tiene ningunas riquezas para ofrecerle a dios, pero le ofrece su corazón, su fe, su voluntad. Y dios no le ofrece una descendencia de reyes. Dios le ofrece la vida eterna en verdad y le ofrece un hogar con Él, y un parentesco amante con su hijo.

 

El don lo más grande de dios es que Él se hace pequeño para estar con nosotros. Porque dios se hace pequeño, se hace débil, para estar con nosotros. Y Él se siente como en casa con los que son iguales.


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