4o Domingo de Adviento, Año B; San Adalberto y San Casimiro.
Video (homilía a 44:30).
Dios le da a David el descanso. Dios le da a David el pastor un palacio, le da el reinado, mucha riqueza, pero, tal vez lo más importante es que dios le da a David el descanso. Digo que el descanso es lo más importante porque la mayoría de nosotros no queremos ni palacio ni reinado. Pero creo que hay muchos que estamos cansados y cansadas, cuyas vidas parecen estar llenas de luchas, contra el virus, y contra muchísimas más cosas. Dios le concede a David descansar y un día vendrá cuando dios nos ofrezca lo mismo.
Y la reacción de David a
todos los dones de dios es una buena reacción. Para darle gracias a dios, David
se propone construir un gran templo para dios. No es la idea de dios, sino de
David. Y dios lo acepta al final. Dios disfruta de nuestros intentos para darle
honor. Pero dios no permite que David construya el templo; permite que el hijo
de David, Solomon, lo construya, después de la muerte de David. Porque dios
quiere enseñarle algo a David. Dios quiere que David sepa que ningún ser humano
puede competir contra dios. Nadie puede darle a dios un don que es tan grande
como los dones que dios nos da a nosotros.
Dios le enseña a David, “OK,
bueno, puedes construir una casa para mí, o al menos, puede tu hijo. Gracias.
Pero yo haré algo más grande para ti. La casa que yo construiré para ti no será
nada ni de madera, ni de piedra, sino de descendencia.” El reinado de David
será eterno, aunque David se muera, porque un hijo de David siempre reinará. Es
una forma de inmortalidad para David: sí, se morirá, pero su reinado no tendrá
fin. Dios promete mostrar su amor incondicional a su pueblo por darles un rey
que es hijo de David, descendiente de David.
Y, por eso, era tan difícil
para el pueblo cuando unos hijos de David eran malos reyes. Y, por eso, era más
que difícil, era catastrófico cuando desaparecieron. En la época de María, muchos
siglos después del tiempo de David, los judíos estaban acostumbrados a reyes
instalados por imperios extranjeros. En aquel tiempo, los romanos habían
escogido al rey Herodes. Podía parecer que la promesa de dios había fracasado.
Pero las buenas noticias de
dios vienen de repente como una bomba. ¿Y quién puede aceptar estas buenas
noticias? En primer lugar, un ángel viene a Zacarías, un sacerdote, en el
templo, para decirle que Isabel su esposa vieja va a darle un bebe a la luz. Y
el no cree. No puede creerlo. Pero, en segundo lugar, viene el ángel a María,
una jovencita que vive en una aldea, muy lejos de la ciudad santa, muy lejos
del templo. Y ella… ella sí cree algo más fantástico. Sin palacio, sin templo,
puede creer en la promesa de dios.
Ella entiende a dios más
profundamente que el rey David o el profeta Natán o el sacerdote Zacarías. Ella
entiende que la manifestación de dios más profunda no es un gran templo, no es
un palacio, no es una sucesión de reyes. Todas estas cosas pueden ser buenas
cosas, pero la revelación la más profunda de dios será un bebé. El hogar lo más
adecuado para dios es ni templo ni palacio; el hogar lo más adecuado para dios
es ella. Es una jovencita, pobre, sencilla, y llena de fe, un ser humano, creada
a la imagen de dios. Dios hace un hogar en ella no por su poder, sino por su
fragilidad.
David acepta los dones de
dios, pero necesita mostrarle a dios su poder, su poder para construir un gran
templo. Zacarías no puede aceptar las buenas noticias de dios, porque no puede
creer que dios haría algo tan milagroso para él. Pero María sí acepta, sí cree,
y le dice a dios, “Yo soy la esclava de dios.” A diferencia de David, no le
ofrece a dios lo que quiere ella, sino quiera que quiera dios. No tiene
ningunas riquezas para ofrecerle a dios, pero le ofrece su corazón, su fe, su
voluntad. Y dios no le ofrece una descendencia de reyes. Dios le ofrece la vida
eterna en verdad y le ofrece un hogar con Él, y un parentesco amante con su
hijo.
El don lo más grande de dios
es que Él se hace pequeño para estar con nosotros. Porque dios se hace pequeño,
se hace débil, para estar con nosotros. Y Él se siente como en casa con los que
son iguales.
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